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J,PUE?D?E.. MATAR LA
TELE VIS ION AL FUTBOL?
LONDIU!S (Crónica déportivade Agencia Zardoya, exclusiva
para EL MUNDO DEPORTIVO)Los recientes acontecimientos
en el Campeonato Internacional
Británico han suscitado, de unaforma especialmente agravada, la
cuestión de si la televisión es un
amigo o su principal enemigo.
Un tanto cándidamente, las autoridades interesadas accedieron a
que todo el torneo, jugado esta
temporada por vez primera enuna sola semana de mayo, fuera
televisado.Para hacer esto posible los par.
tidos se organizaron de modo
que en los dos sábados correspondientes uno se jugare. por la
tarde y el otro a primera hora
de la noche. Las cifras de asistencia que de ellO se han dedu
cido son extraordinariamente de
cepcionantes.Hubo sólo 18.000 personas en
Wrexham para el partido Gales-Escocia, aunque esto no es de,
nngún Inodo significativo. Ga
les viene teniendo ?malas entradas en Cardiff desde -hace muçho
tiempo y Wrexham no había vis
to u partido internacional des
d hacIa muchos años.
La posición, sin embargo, sevio subrayada de modo casi sim
bólico por la mala colocaciónde las Lámaras de. televisión, cu
yas plataformas privaron a mu
chos espectadores? en las gradas?incluidos de manera? todavía
más simbólica muchos periodistas? de la visi6n
Aquella misma noche, en Bel
fast, solamente 23.000 personasasistieron a un encuentro Irlan
da-Inglaterra, que nonnalmente
sudé llevar hasta 50.000.
Pero el declive máximo se alcanzó el martes siguiente en Ham.
pden Park, ?en una noche de fuer
te lluvia, en la que solamente
7.800 espectadores se encontrabanen ese inmenso estadio, con
- capacidad para 135.000, a fin de
ver a Escocia jugar con Irlanda.
El preparador de un equipo,con razón o sin ella, culpaba de
la falta de ambiente a la pocaimportancia del partido y el pre.
sidente del Celtic, Bob KeUy, fulmizó sus .rayos contra los peli
gros de la televisión.
Antes -de pensar en las con
-clusiónes que podemos sacar detodo esto vale la pena fijarnos.
en un encuentro que tuvo lugar
poco antes del campeonato bri.tánico la semifinal de la Copa
?de Europa entre el ManchesterUnited y el Milán, en San Siro.
Inicialmente el partido no iba
a ser televisado en directo, pero
cuando .el Milán habla vendidoya 83.000 entradas, por una su
ma, que es toda un marca mundial de. 206 millones de liras
(unos 21 millones de pesetas), ce.
dió.
Dadas los hechos, como sñ
presidente Franco Carraro me dijo, valía la pena hacerlo, pues
ea otro se habrían producidograves problemas de orden pú
blico a las puertas del estadio
Milán y los aficionados? que -iio hablan conseguido una en-
- trada podían dar las gracias a la
flexibilidad de los servicios dela televsión italiana, LA.!., ca
paces de preparar la transmisión
&l encuentio en tan breve plazo. Pero la moraleja está clara.
Vale más vender ?el encuentro a la televisión lo más tarde
posible, cuando conocemos ya lasituación de las taquillas, en lu
gar dehacerlo tan pronto que to
do el mundo sepa que puedequedarse en casa y ver el par
tido.
Una y otra vez, durante el
Campeonato Británico, hemos of..
do decir a las gentes que nopensaban marchar a Wembley.
¿Para qué iban a enfrentarse conlas incomodidades y las moles
tias del viaje si podían ver el
encuentro en su casa, en la te
levisión? .
Y, ciertamente, aunque la mul- -
titud de 70.000 personas que presenció el partido Gales-Inglate.
rra fue grande, era más pequeñaque cualquiera de? las ?tres masas
de aficionados que vieron? los
partidos internacionales amisto
sos previos disputados por In- -glaterra en Wembley, frente a
Bulgaria, RumanIa y Francia.Todos saben que el fútbol te
levisado no es el fútbol auténtico. Aparte del hecho de que
no nos puede dar el ambiente,distorsiona y comprime inevita
blemente y de modo grave el jue
go, recortándolo en segmentos yprimeros planos que, por muy
hábilmente que se obtengan, no
nos ofrecen la visión panorámica
que es el corazón y la esenciadel fútbol.
Pero a menos que el encuentro sea extraordinariamente atrac
tivo, ¿cómo podemos culpar alas gentes ?especialmente a aqué
llas que rehúyen la lluvia deHampden? por aceptar la pér..
dida marginal a cambio de lo
que consideran una ganancia mu-
cho? mayor, como es la comodi
- dad dci hogar?
La televisión británica ha si-?do reciente y adecuadamente cri
ticada por ci exceso de espaciosdedicados a encuentros tales co
mo la final de Copa; - que además se dio al mismo tiempo en
ambos canales.
Sentimos plena simpatía conaquellas, personas no interesadas
en el fútbol; pues comprendemosque el punto de saturación se
alcanza rápidamente, iciuso entre los aficionados más ardien
tes.La elevisión ha de adquirir un
sentido de proporción; en otro
?caso se verá sometida, como cual
quier otto medio que no sabedistinguir cuando es bastante, ?a
la ley de un número de espec
tadores más reducido.¿No puede, pues, la televisión
ayudar al fútbol? Claro que st;?el fútbol británico vive todavia
del interés provocado por latransmisión en directo de la Co.
pa del Mundo, o (más exacta
mente) , de la victoria de Ingla
terra.Entonces el. fútbol reclutó nue
vos aficionados a millares, yotros aficionados viejos volvie
ron al rebaño. Pero esa era una
ocasión muy especial. A menosque queramos destruir la estruc
tura de este deporte, tendremosque encontrar una política sen
sata y coherente y la telcvisiór
ha de mantenerse %n su lugar.
LA PEQUEÑA PANTALLA PUEDE RECLUTAR Ñ EMBARGO, NUEVAS MASAS DE AFICIONADOS
Los aficiónados al fútbol lina sido tratados cómg reyes
por los canales de la televisión británica reCientemente.., Se
han transmitido los encuentros del Campeonato InternacionalBritánico y Ja final de le Copa incluso se emilió al mismá
tiempo por los canales de la B.B.C. Lo? que parece Indicarque los leios de amistad entre Ja televisión y el fútbol son
fuertes. En realidad, según Briaa Glanville, la televisión pue
de ser el peor enemigo del fútbol.., afirmación fortalecida porel escaso número de espectadores en los partidos televisados.
Y hace una advertencia sombría: a menos que se prepare una
politica coherente de la televisión, este deporte, tal como lo
conocemos, será destruido.
Brian GLANVILLÉ