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Como en un viejo cantar de gest.a, hanaparecido, en la actualísilna crónica depor
tiva, todos aquellos vocablos que, hablán
doios de heroísmos y de cortesías román
ticas, sólo surgen ahora, muy de tarde entarde y con indudable regusto arcaizante.
Y, sin embargo, en esta coyuntura han sonado bien y nos han parecido muy puestos
ni día.. Completamente «inc. No es de ex
trañar demasiado, ya que, realmente, laoportunidad ha sido traída por actos que
están directamente ernparent*dos con el más
afinado romanticismo y las. más bellas sagas
épicas, donde se habla de gigantes y dehéroes.
Sin embargo, sólo de atletas no cubiertosde acero, sino muy suscintamente. vestidos,
ni cabalgando grandes caballos de batalla,
sino fragilisimos y casi ingrávidos corcelesd modernísimos aceros construidos. Tani..
poco éra. cuestión de soñadas correría-e, con
ta.da,s más que recorridas, sino de muchos
centenares de kilómetros. Lo único presentey eterno, la única realidad, pertenecía a
otro campo: al. de los valores constantes ylos problemas que ja-más se sabe si han
encontrado una solución justa, ya que, como
en los más rancios relatos medievales, los
héroes se eonfunden (,, que de profesionales del deporte a-e
tratara. ni aún que el premio fuera una-respetable cantidad, contable y. transferi
ble, y no los habituales glosados en la poe
sía lírica. En el fondo los dos héroes estándentro de sus papeles, nacido el uno en la
áspera tierra. conquense. En la neblinosa
DESDE 906 AL SERVICIO DEL DEPCRT
Fundador: JAIME GRAU CASTELA
y plácida de Flandes. ci otro. El escenarioun rincón sabedor de rudas luchas monta
ñeras y una larga recta bordeada de viñedos, que también vivió luchas y cabalgadas
que hicieron historia.Pero, para qué vamos a seguir divagan
do, como no -sea para soñar un poco, conel ciclismo como tema, la carretera por es
cenario, y la: nunca desmentida incerti
dumbre del deporte. moviendo los hilos dela trama. Merckx. el hombre que puso en
duro aprieto a los más doctos dominadores del adjetivo -audaz y extraordinario, iba
mandando en el «Tour» con esa seguridad
- y ese sentido imperial que sus antecedentesle han creado
. y sus admiradores han acre
cido. El «Tour» casi era una cosa aburrida
y calmosa cuando Luis Ocaña se atrevióa -emprender. la empresa que tantos cam
peones infructuosamente intentaron, o quisieron conveneersc de que iban a intentar.
Triunfó el «delfín;> en la empresa, pero nose énorgulleeió por ello. Fue cortés con el-
héroe eaído y, aunque le había obliga-do
a doblar Ja rodilla, fue el primero en pre.gonñr a los cuatro vientos de la montaña
que seguía siendo el grau rival. Tenía ra
zón: los, rivales la gente de pro no los elige.áe los encuentra-. Y se habían encontrado
dos- grandes rivales. Que se respetaban y
sabían, cada uno de ellos, de la fuerza dciotro.
-
La clásica relación entre el héroe y elrival ?algunas veces alternándose en los
papeles? había cobrado nueva vida. Prontose demostró que esta realidad podía llevar
el «Tour» a un ambiente no alcanzado. El
hombre al que se había da-do por acabado,por roto y deshecho, desencadenó la- ha
t-alla acompañado de sUS fieles. La ganó
cansando estupefacción por el modo de re-
accionar, por su Poder de recuperación, por
lo maravilloso de la anda-dura, no por ladiferencia recuperada. También ganó al día
siguiente y, cuando ya se cruzaban apune.-
tas sobre el resultado de la épica luchaentablada, aguardaba
. en el recodo, traicionero, en tarde de tempestad, la fatalidad
que iba a acabar con la posibilidad de continua-r la luchá. Cayó Luis y Friego, Cuen
ca, España, Europa entera, se conmoviegon,
y el bello gesto se repitió: así como Ocañafue el primero que pregonó la calidad de
Eddye cuando éste parecía hundido, Merckx
rindió a Luis ci homenaje de su admiracióny su simpatía al atravesarse la desgracia
en el caminó del hombre que cabalgabatemeraria-mente lanza-dó en pos del triunfo.
Es más, tuvo ese gesto que no se olvida
y que está predestinado a la grandeza. Senegó a enfundar el «maillot» amarillo. Ese
«maillot que había encontrado su mctajunto a la cama de un hospital. Merckx,
deportista profesional y caballeroso, rindió
el tributo más adecuado al rival más valeroso y más infortunado. Gran campeón
quizá nunca se sintió tan vestido de ama
rillo cuando, sumido en añoranzas de bellas
batallas que no se disputarían jamás, reemprendió su camino hacia ese París, tan leja
no todavía, y al que le hubiera gustadollegar riñendo la gran batalla, el último día.
con el gran rival. El que había queda-do en
un recodo del camino. El hombre que lehabía vencido y no pudo gozar de la vic
toria.Todo ello aig-o más que una anécdota.
Toda una gran lección de entereza y decortés humanidad a cargo de dos grandes
campeones.
José L. LASFLAZAS
L
C BALLEROS
TESANDA
DELA
.R U.TA