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E.L MUNDO DEPORTIVO Jueves, 17 de noviembre de 1983
UNA DISCRETA SE
?ORANGE? TRITURO LAS
El gol do Sntillonu, un rayo de ospernz enfre
Rotterdam, 1 6. (De nues
tro subdirector, Andrés
ASTRUELLS.)
Una discreta selección holandesa
se bastó para echar por tierra las ilusiones de España de alcanzar la
fase final de la Eurocopa. Nuestro
reto era no perder en Rotterdam y
no se alcanzó el objetivo aunque
Miguel Muñoz tenía toda la razón
del mundo cuando decía que nues
tro rival no era insalvable.El partido resultó igualado, tanto
en méritos como en desméritos por
parte de unos y otros, y en verdad elempate que campeó en el marcador
al final de los prirrieros cuarenta y
cinco minutos no hubiera sido inus
to si nuestros jugadores hubiesen
sabido alcanzarlo alfinal de la contienda. Peró éste era un partido que
se jugaba con la vista puesta en elmarcador y ese marcador nos fue
adverso durante la mayor parte delchoque, que derivó en un final de
alta tensión que acabó por poner
fuera de combate a los chicos de M.
M.Este 2-1, que puede considerarse
normal a todas luces y con el que
había que contar antes de jugarse el
primer partido de este grupo de
Eurocopa, no es la puntilla para
España. O al menos no lo es por si
solo. Habrá que añadirle también la
informalidad de la UEFA y el 0-6 de
la misma Holanda a Malta en el
«neutral» terreno de Aquisgrán,para explicar correctamente que
París está definitivamente lejos de
nuestras posibilidades.
De sorpresa en sorpresa
En un primer y apresurado análi
sis de lo que fue el partido diremos
que sus minutos iniciales nos llevaron de sorpresa en sorpresa,
comenzando por la primera ocasiónde gol, de Carrasco, cuando apenas
se habían cumplido sesenta segun
dos de juego, que para asombro de
propios y extraños se coció ante el
portal holandés. No asistimos de
salida a la pertinaz ofensiva «oran
ge» que tanto se temía sino a untono equilibrado del juego e, inclu
so, a un mayor bagaje técnico espa
ñol, también como detalle del todosorprendente. España empezó
jugando posicionalmente. Güerri
hacía el trabajo sucio en la zona
ancha y la cabeza fría que pedía
Muñoz en la víspera la ponía Galle
go, que era quien llevaba nuestras
riendas. El madrid ista aportaba,
además de esa frialdad de ideas a la
HOLANA/ISPAÑA
Sánchez:
correcta reaparición
Goicoechea:
ni pegó ni marcó
Gordillo:
no es el de antes
w ?
?bo: U0 CASTILLO
CASI UNA QUIMERA
Desde el punto de vista de la emoción no
se le puede pedir mucho más al Holanda-Es-
paa de anoche. Millones de telespectadorescon el corazón en un puño asistieron al furio-
so embate de dos selecciones venidas amenos.
Porque no hay duda de que el encuentro,
si tuvo un alto voltaje de pasión por lo muchoque en él se jugaba, no ofreció demasiadas
calidades. Sólo podía terminar como terminó:
con el «churro» del segundo gol holandés, elde triunfo, que fue posible gracias a la bota
infortunada de Goicoechea. Fue como uncastigo divino.
No vale lapena comentar «lo que pudohaber sido», si en ésta o en aquella jugada las
cosas hubiesen rodado de distinta manera; nihablar del «offside» posicional que acompañó
al primer gol de la ex naranja mecánica.
.La verdad es que no hay que poner
muchos peros al resultado. Agarrarnos a la
pura mala suerte sería pasarse de rosca: Lapequeña pantalla nos ofreció dos conjuntos
que, como pronosticaba Johan Cruyff con suclara visión antes del partido, no son nada del
Otro mundo.
Los nuestros se dejaron la piel en el cern-
po y jugaron con una fe y hasta alegría apre
ciabíes que ayudaron a suavizar sus numerosos errores. Por no discutirse no se puede
discutir ni a Miguel Muñoz, aunque para
algunos podía haber hecho los cambios con
más anticipación.Dejar a los resultados contra Malta la
suerte del grupo sería mera ingenuidad, aun
que cosas más difíciles han ocurrido en fút
bol. Con todo, en Rotterdam nos hemos juga
do virtualmente el pasaporte para Francia. Sianteayer dijimos que sólo un milagro podía
llevarnos a la calificación, ahora lo que hay
que pedir es un millón de milagros.