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VIENE DE LA PÁGINA 2
problemas el apurado remate final del italiano. Poco des
pués Jorginho se retiró lesionado y ocupó su plaza Cafú. Este
relevo pareció fortalecer el contragolpe brasileño ya que por
la otra banda, ausente Leonardo, el veterano Branco fue una
absoluta nulidad ofensiva. El juego se equilibró aún más.
El tan esperado duelo Romano-Roberto Baggio quedó
abortado por el férreo marcaje a que ambos fueron someti
dos. El delantero azulgrana de Brasil intentó sorprender a Pa
gliuca con un remate de cabeza antes del descanso y el de
fensa Mussi, también con problemas físicos, dejó su puesto
a su compañero de equipo, Apolloni. Esto obligó a un trasto
que de líneas en la zaga italiana pasando Maldini a su posi
ción tradicional de lateral zurdo y situándose Apolloni como
centraljunto a Baresi. Precisamente en la heroica reaparición
de Baresi, el trabajo incansable de Donadoni y la figura de
Maldini, el equipo italiano basó toda su fortaleza. En la se
gunda parte, Brasil empezó a decepcionar porquesu domi
nio territorial no se tradujo en nada brillante y eficaz frente al
área de Pagliuca. Su gran ocasión fue un cabezazo de Bebe
to, que se encontraba en fuera de juego y sólo al final pasó
un susto el meta italiano con ocasión de un remate desde le
jos de Mauro Silva que no supo blocar. Sele escapó de las ma
nos y el poste se lo devolvió cuando ya se cantaba el gol.
El tiempo extra comenzó con una oportunidad mu
cho más clara. Cafú se escapó por la derecha y Bebeto no
supo culminar un envenenado centro que Pagliuca neutrali
zó ante la rápida entrada de Romano en la boca de gol. La
condición física pareció flaquear en ambas selecciones. Sac
chi puso en juego a Evani y, posteriormente, Viola sustituyó a
Zinho. Italia replicó con dos tiros altos. La gran ocasión de la
prórroga volvió a estar en las botas de Romano como conse
cuencia de otro centro de Cafú desde la derecha, pero el ba
lón lo pilló algo adelantado y engatilló fuera una jugada de
las que el barcelonista suele transformar nueve sobre diez.
La final acabó convirtiéndose en un pulso de fondo
físico, con las dos escuadras muy justitas de fuerzas, espe
cialmente la italiana que tenía a Baresi y Albertini ?tocados?.
A todo esto el aficionado ?yankee? minoritario pero anfitrión
aparecía completamente anonadado por el espectáculo.
Una final mundial sin un solo gol. Sin una sola explosión dejú
bilo. El ?show? de los brasileños tras una tanda de penaltis
con cuatro fallos de nueve lanzamientos los reconcilió. El
quinto penalti brasileño lo iba a tirar Bebeto. Alguien propu
so que llamara a su compañero Djukic.
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Ni Romano ni
Roberto Baggio
pudieron ser
las estrellas
de un choque
dominado por
las respectivas
líneas defensivas
El mutuo respeto
presidió
un encuentro soso
y muy. equIlibrado
durante sus
120 minutos
Baresiy Maldini,
héroes
infortunados de la
selección italiana
ante un equipo
brasileño que
mandó, pero sin
encontrar huecos